Terremoto en Japón




¡Nunca olvidaré el día del terremoto de 2011 en Japón! Estaba en Tokio, a unos 300 kilómetros del epicentro, y fue una experiencia aterradora.
Recuerdo que estaba en casa, sentado en mi escritorio, cuando de repente empezó a temblar todo. Al principio, pensé que era solo un pequeño terremoto, como el que suele haber en Japón. Pero luego, el temblor se hizo cada vez más fuerte y los muebles empezaron a moverse.
Me levanté y corrí hacia la puerta, pero estaba atascada. Intenté abrirla, pero no pude. El temblor era tan fuerte que no podía mantenerme en pie. Me caí al suelo y me tapé la cabeza con las manos.
El temblor duró unos largos minutos. Parecía una eternidad. Cuando por fin se detuvo, salí corriendo de mi casa y me dirigí a la calle.
La calle estaba llena de gente en estado de shock. Todos parecían perdidos y asustados. Algunos lloraban, otros estaban llamando a sus seres queridos.
Miré a mi alrededor y vi que había edificios derrumbados. El terremoto había causado mucho daño.
Me uní a la multitud y caminamos hasta el parque más cercano. Allí, nos reunimos con otras personas que también habían sido evacuadas de sus casas.
Pasamos el resto del día en el parque, esperando noticias. Había rumores de que el terremoto había causado un tsunami, pero no sabíamos si era cierto.
Al caer la noche, nos permitieron volver a nuestras casas. Cuando llegué, me alegré de ver que mi familia estaba a salvo.
El terremoto de 2011 en Japón fue una experiencia que cambió mi vida. Me hizo darme cuenta de lo frágil que es la vida y de lo importante que es apreciar cada momento.
También me hizo darme cuenta del poder de la comunidad. Después del terremoto, la gente se unió para ayudarse mutuamente. Los vecinos se compartieron comida y agua, y se ayudaron a limpiar los escombros.
El terremoto de 2011 en Japón fue una tragedia, pero también fue un testimonio de la resistencia del espíritu humano.