El 30 de noviembre de 2021, Perú fue sacudido por un terremoto de magnitud 7,5. Fue una experiencia aterradora que me dejó conmovido y con una profunda gratitud por la bondad humana.
Recuerdo que estaba sentado en mi escritorio en Lima cuando la tierra empezó a temblar. Al principio fue un suave temblor, pero rápidamente se intensificó hasta convertirse en un violento rugido que sacudió todo el edificio. Los estantes se tambalearon, los cuadros cayeron de las paredes y mi corazón latió con fuerza en mi pecho.
Salté de mi escritorio y corrí hacia el pasillo, donde otros compañeros de trabajo se habían reunido. Juntos, salimos del edificio y nos dirigimos a la calle. El suelo seguía temblando bajo nuestros pies, pero el aire estaba lleno de un extraño silencio. La ciudad se había paralizado.
Mientras caminaba por las calles desiertas, vi los escombros y los edificios dañados. El terremoto había causado un daño inmenso, pero también había revelado la verdadera naturaleza del pueblo peruano. Vecinos extraños se ayudaban mutuamente a limpiar los escombros, los médicos atendían a los heridos y la gente compartía agua y comida con quienes la necesitaban.
En ese momento de crisis, la gente dejó de lado sus diferencias y se unió para apoyarse mutuamente. Fue un testimonio de la fuerza y la resistencia del espíritu humano. Yo mismo experimenté esta bondad cuando una amable mujer me ofreció un lugar donde quedarme esa noche, ya que mi casa había sido dañada.
El terremoto también me enseñó la importancia de estar preparado. Aunque no podemos predecir cuándo ocurrirá un desastre natural, podemos tomar medidas para minimizar sus efectos. Mantener un plan de emergencia, tener un botiquín de primeros auxilios y estar al tanto de las rutas de evacuación pueden marcar la diferencia.
El terremoto de Perú fue una experiencia aterradora, pero también fue un momento de reflexión y crecimiento. Me recordó el poder de la unidad y la importancia de prepararme para los desafíos de la vida. Mientras reconstruimos nuestras vidas y nuestras comunidades, llevemos con nosotros las lecciones que aprendimos y el espíritu de solidaridad que surgió de las cenizas.
Consejos para estar preparado para un terremoto: