Yo fui uno de los primeros en desembarcar en tus costas virtuales. Era un jovencito inocente, ávido de conexión y entretenimiento. Tu interfaz limpia y sencilla me cautivó al instante. Podía compartir mis fotos, vídeos y pensamientos con todos mis amigos, cerca o lejos. Era mágico.
Pero entonces, llegó un pequeño intruso llamado Facebook. Con su interfaz elegante y su alcance global, empezó a robarte el protagonismo. Tuenti luchó con valentía, pero no pudo igualar su poder. Poco a poco, tus usuarios empezaron a abandonarte, migrando hacia el nuevo gigante azul.
Yo, como muchos otros, te dejé atrás. Pero nunca olvidaré el tiempo que pasamos juntos. Eras mi lugar feliz, mi patio de recreo virtual. Recuerdo con cariño las largas noches de chateo, las interminables discusiones en los foros y la emoción de publicar mi primer estado.
Hoy, Tuenti existe como un susurro del pasado, un vestigio de una época en la que las redes sociales eran más simples y la conectividad era más íntima. Puede que ya no sea el coloso que una vez fue, pero su legado permanece. Fue el sitio que dio forma a una generación de usuarios de Internet españoles, conectándonos y compartiendo nuestras vidas.
Así que, brindemos por Tuenti, el imperio olvidado de las redes sociales. Puede que ya no esté en la cima, pero su impacto en nuestras vidas nunca se olvidará.