El mundo del fútbol está de luto. El Turco García, uno de los jugadores más queridos y recordados de la historia del fútbol argentino, falleció a los 76 años. Se fue en silencio, como un caballero, dejando un legado de amistad, lealtad y amor por el deporte rey.
Tuve la suerte de conocer al Turco en persona. Era un hombre sencillo y amable, siempre dispuesto a echar una mano. Recuerdo que una vez me ayudó a cambiar una rueda pinchada. Lo hizo con una sonrisa en la cara y sin pedir nada a cambio.
El Turco fue un gran futbolista. Jugó en River Plate, Huracán y la Selección Argentina. Su técnica era exquisita y su visión de juego era única. Era un verdadero maestro del pase.
Pero más allá de sus logros deportivos, el Turco era un ser humano excepcional. Era un hombre bueno, siempre dispuesto a ayudar a los demás. Fue un gran amigo y un padre ejemplar.
Hace unos años, el Turco sufrió un grave accidente cerebrovascular. Estuvo a punto de morir, pero luchó con todas sus fuerzas y salió adelante. Fue un milagro. El Turco era un luchador nato.
Desgraciadamente, el Turco no pudo superar su última batalla. Falleció en paz, rodeado de su familia y amigos. Se fue con una sonrisa en la cara, como siempre.
El mundo del fútbol ha perdido a una leyenda. Pero el legado del Turco García seguirá vivo para siempre. Fue un hombre que venció a la muerte y que nos dejó un ejemplo de vida.
Gracias por todo, Turco. Nunca te olvidaremos.