Desde que nací, mi familia ha estado dividida en dos bandos irreconciliables: los de la U. Española y los de la Católica. Mi padre, un hincha acérrimo de los hispanos, no ha faltado nunca a un partido en el Santa Laura, mientras que mi madre, fiel seguidora de los cruzados, se emociona con cada gol de su equipo en San Carlos de Apoquindo.
A lo largo de los años, he sido testigo de interminables discusiones, bromas y apuestas entre mis padres. Recuerdo especialmente un clásico universitario de hace unos años, cuando mi padre, henchido de orgullo, saltó del sillón gritando "¡Viva la Española!" al marcar el gol de la victoria. Mi madre, por su parte, se limitó a sonreír con suficiencia, sabiendo que su equipo tenía un partido menos para consagrarse campeón.
Más allá de las rivalidades y las bromas, hay un profundo respeto mutuo entre mis padres por la pasión que sienten por sus equipos. Ambos reconocen la importancia que el fútbol tiene en sus vidas y se alegran sinceramente por los éxitos del otro bando, aunque luego se burlen un poco.
A medida que fui creciendo, me di cuenta de que este dilema no era exclusivo de mi familia. Muchas personas se enfrentan al mismo eterno debate: U. Española o Católica. Ambos clubes tienen una historia y tradición impresionantes, y sus hinchas son conocidos por su lealtad y pasión.
La rivalidad entre estos dos clubes se remonta a muchos años atrás y se ha ido intensificando con el tiempo. Los clásicos universitarios son siempre partidos especiales, llenos de emoción y tensión. Los hinchas de ambos equipos viven estos encuentros con una pasión desbordante, y no es raro ver lágrimas de alegría o tristeza al final de los partidos.
Sin embargo, más allá de la rivalidad, existe un respeto mutuo entre los hinchas de la U. Española y la Católica. Ambos reconocen la importancia de ambos clubes en el fútbol chileno y se alegran por los éxitos del otro, incluso si luego se dedican a burlarse un poco.
Personalmente, creo que el dilema de elegir entre la U. Española y la Católica es una cuestión de corazón. No hay una respuesta correcta o incorrecta, y cada persona debe seguir a su equipo con pasión y respeto. Al fin y al cabo, el fútbol es un deporte que une a las personas y nos permite compartir emociones únicas.