Ultima Cena Juegos olimpicos




Cuando era niño, siempre me encantaba ver las Olimpiadas. Era fascinante ver a los mejores atletas del mundo competir por el oro, la plata y el bronce. Pero no fue hasta hace poco que me di cuenta de que las Olimpiadas eran más que sólo deportes.

En los Juegos Olímpicos de 2016, fui voluntario en el comedor. Mi trabajo consistía en servir comida a los atletas y sus familias. Al principio, estaba nervioso, pero rápidamente me di cuenta de que era una experiencia increíble.

Los atletas eran tan humildes y amables. Me contaron historias sobre sus viajes y sus sueños. Aprendí mucho sobre diferentes culturas y sobre lo que significa ser un atleta olímpico.

Un día, estaba sirviendo la cena cuando vi a un grupo de atletas sentados juntos. Estaban comiendo y riendo, y parecían estar pasándolo muy bien. Me acerqué a ellos y les pregunté si podía unirme a ellos.

Me invitaron a sentarme y me contaron sobre sus experiencias en los Juegos. Me hablaron de sus esperanzas y sus miedos. Me hablaron de lo que significaba para ellos representar a su país.

Fue entonces cuando me di cuenta de que las Olimpiadas no eran sólo deportes. Eran una oportunidad para que personas de todo el mundo se reunieran y compartieran sus culturas. Eran una oportunidad para que las personas aprendieran unas de otras y para que crecieran juntas.

Las Olimpiadas son más que sólo deportes. Son una celebración del espíritu humano. Son una oportunidad para que personas de todo el mundo se unan y compartan sus sueños.

Estoy agradecido por la oportunidad de haber sido voluntario en los Juegos Olímpicos. Fue una experiencia que nunca olvidaré.