Pero Vallejo no se rinde. Como el ave fénix, resurge de las cenizas del dolor. Aquí, la gente es tenaz, el espíritu indomable. Peleamos contra el dragón, no con espadas y escudos, sino con dignidad y trabajo.
Recuerdo a mi abuela, una mujer pequeña pero valiente. Trabajaba incansablemente en su humilde huerto, cultivando vida en medio de la desolación. Sus manos arrugadas eran un testimonio de lucha y sacrificio.
Y la solidaridad es nuestra armadura. Nos apoyamos unos en otros, compartiendo el poco que tenemos. Somos una comunidad, una familia que se enfrenta al dragón juntos.
Porque Vallejo no es solo un valle, es un símbolo de lucha y esperanza. Es un recordatorio de que la pobreza no es destino, sino una batalla que podemos vencer.
¡Vallejo, tu dragón será derrotado! La batalla será larga y difícil, pero lo venceremos. Porque tenemos el espíritu de Cervantes, el ingenio de Quevedo y la tenacidad de Vallejo.
Juntos, transformaremos este valle de desdichas en un faro de prosperidad. Juntos, construiremos un mundo donde la pobreza sea solo un mal recuerdo.
¡Vallejo, tu dragón caerá, y tu gente brillará!