Vanesa, que asi se llama la tía de la que voy a hablar, tenia 34 años cuando paso el relato. Unas tetas enormes, pequeña (1,50), pero una auténtica perrita obediente a la hora de dar placer a quien ella gustase. Ya habia estado con ella hacia como unos diez años y me la habia follado varias veces; después yo me eché novia formal y ella se caso, pero al cabo de ese tiempo los dos volvimos a estar libres.
Cuando me enteré la llamé a la casa de su madre y esta enseguida me dio el movil. La llamé a este y le dije que si le parecía podíamos vernos en mi casa, que está a unos dos kilómetros de la de su madre, un dia que ella viniera a verla. No puso ningún impedimento, pese a que sabía para que iba a ser. Nada de hablar de tiempos pasados (en los que estuvo enamorada de mi), ni de cariñitos, sino follar por follar, como se folla en los burdeles.
Quedamos un sábado por la mañana; yo estaba nervioso porque hacia tiempo que no follaba y tenía ganas y porque no se como estaría ella después de tanto tiempo. Me bebí unos cuantos wiskhis y después del cuarto estaba como un auténtico bestia.
Me pareció que tardaba y la llame al móvil y me dijo que ya estaba llegando a la ultima curva de mi casa, asi que me asomé y la vi; el corazón se me puso a 120 porque estaba como siempre, como antes cuando me la ponía como una piedra. Vanesa es pequeña como he dicho al principio, pero tiene unas tetas impresionantes de grandes y duras y una cara viciosa que asusta. Se había vestido como me gustaba, un vestido corto y escotado negro, botas altas y una cazadora de cuero roja. La polla se me puso como una piedra nada más verla.
Entro en la casa y le di un beso, que prácticamente rechazó (nunca fue amiga de los morreos). Sin mas miramientos ya la lleve a mi habitación (que había calentado en condiciones con la calefacción a pesar de estar en pleno julio), la sente a mi lado en la cama y enseguida empeze a quitarle la ropa, y como hacia antes no protestó lo más mínimo, simplemente se limitó a suspirar. Le ordené desnudarse y ponerse de rodillas, y de un golpe le meti la polla en la boca que deliberadamente no habia lavado en todo el día. Le cogí por los pelos de la nuca y la obligue a hacer una buena mamada como en los buenos tiempos. Vanesa era una experta mamona, aunque siempre le gustaba hacerse la tontita de que no sabía; me cogia la polla con sus manos pequeñas y calientes y creí enloquecer mientras me la enjaguaba bien con la saliva.
Después de unos 10 minutos la deje descansar y le pregunté si ya recibía la leche en la boca pues era algo que nunca me habia dejado y me dijo que no, que seguia dándole mucho asco, que se lo echara como siempre en la cara o en las tetas. Sin embargo no estaba por la labor, por lo que calentado como estaba le dije que queria que me acabase la mamada esposada con las manos atrás, con las botas puestas y encerrados en la ducha a lo que sumisa como siempre accedio dispuesta a darme placer. Nos fuimos al baño, le puse unicamente sus botas altas (por encima de la rodilla), el collar de putita que traía (estrechito de cuero negro), la espose a la espalda, y la puse de rodillas para que siguiese trabajando. Después de un buen rato de mamarmela a conciencia y de aguantarme para no correrme le dije que me iba a correr, a lo que intentó sacarse la polla de la boca, pero la cogi fuertemente con las manos y esposada como estaba no pudo hacer nada y me vacie ampliamente en su boca.
Cuando acabe la leche le arrollaba por la comisura de los labios y le llegaba a sus grandes tetas en hilos de leche espeso. Pense que se iba a enfadar pero no, me dijo que le gustaba la sensación y que incluso lo que se trago le habia gustado. Asi que le dije que continuase, que me limpiase bien la polla, se comiese toda la leche y me la pusiese como la de un toro otra vez, a lo que obediente accedio, pero eso ya sera materia para otra historia.
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