Vittorio, un hombre de cabellos plateados y una presencia carismática, ha dedicado su vida a desvelar la belleza oculta de la ópera. Es como un alquimista musical, transformando notas en experiencias intangibles.
Una vez lo vi dirigir "La Traviata" en el Teatro alla Scala de Milán. El público estaba extasiado. La orquesta sonaba como un río caudaloso, fluyendo con pasión y tristeza. Cada nota era un latido en el corazón de la historia, haciendo llorar a los asistentes.
Vittorio no solo es un maestro director, es también un viajero musical. Lleva su batuta por todo el mundo, llevando la ópera a lugares poco explorados.
Lo he visto actuar en pequeñas aldeas españolas, donde la gente se reunía en plazas antiguas para escuchar las arias más famosas. Sus interpretaciones eran mágicas, rompiendo las barreras de la lengua y la cultura.
¿Qué hace que Vittorio sea tan especial? Es su capacidad de conectar con el público. No se trata solo de su destreza musical, sino de su profunda comprensión de la emoción humana.
"La ópera es un espejo de nuestras propias vidas", me dijo una vez. "Muestra nuestras alegrías, penas, triunfos y tragedias. Es un lenguaje universal que todos podemos entender".Vittorio Di Girolamo es más que un maestro director de orquesta. Es un embajador de la ópera, un hombre que ha dedicado su vida a compartir la belleza de este arte con el mundo.
Su legado perdurará mucho después de que deje de dirigir. Ha inspirado a innumerables músicos jóvenes y ha demostrado que la ópera no es solo para unos pocos privilegiados, sino para todos los que tienen un corazón abierto a la belleza.